Monitoreo volcánico en América Latina: un paso adelante

En un esfuerzo de colaboración sin precedentes entre científicos, observatorios volcánicos, la Asociación Latinoamericana de Volcanología (ALVO) y la revista científica Volcanica, se desarrolló y publicó el número especial ‘Observatorios volcanológicos en América Latina’ (https://www.jvolcanica.org/ojs/index.php/volcanica/issue/view/9). El mismo está constituido por 11 artículos que resumen y comparten con la comunidad (científica) el trabajo que realizan las instituciones de monitoreo de volcanes en América Latina. Por primera vez, todos los observatorios volcánicos de la región –desde México hasta el Cono Sur– convergieron en un solo proyecto. Otro hito importante del proyecto es el formato bilingüe de las publicaciones, con versiones en inglés y español.

 

Integrantes del Grupo de Estudios y Seguimiento de Volcanes Activos (GESVA) –perteneciente al Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber”– junto a colegas de distintas universidades y observatorios volcánicos de Latinoamérica participaron de la elaboración del Prefacio o artículo introductorio del Número Especial. En el mismo, los autores proporcionaron una descripción general de los temas cubiertos en los diferentes artículos, a la vez que resumieron y contextualizaron la información en estos, con el fin de evaluar el estado actual del monitoreo volcánico en América Latina.

 

Mapa que muestra los volcanes activos (triángulos rojos) y las instituciones de monitoreo volcánico (diamantes verdes) en Latinoamérica.

 

América Latina es una región con más de 300 centros volcánicos activos junto con grandes poblaciones expuestas a los peligros que estos presentan. Erupciones recientes ocurridas en la región, como las de Chaitén (2008-2010, Chile), Cordón Caulle (2011-2012, Chile), Calbuco (2015, Chile), Fuego (2018, Guatemala) y Ubinas (2019, Perú) han demostrado el impacto de la actividad volcánica en las sociedades modernas. Ante este escenario, el monitoreo del estado de los volcanes activos es un componente fundamental de las estrategias para la reducción del riesgo volcánico. En gran medida, estas responsabilidades recaen en los observatorios volcánicos. Desde sus primeros pasos a principios de 1980, los observatorios volcanológicos de la región han logrado avances significativos en la evaluación y vigilancia de la actividad volcánica. Actualmente, 17 instituciones contribuyen oficialmente al monitoreo en 10 países.

 

Al momento de la publicación del Número Especial, un total de 135 volcanes estaban siendo monitoreados –con al menos una técnica o instrumento– en América Latina. Esto representa el 45% de los volcanes activos en la región. El monitoreo en tiempo real ha implicado el despliegue de más de 1300 sensores alrededor de los volcanes. La técnica más utilizada es sismología, con más de 600 sismómetros instalados en toda la región. En la mayoría de los casos, esto se complementa con estaciones geoquímicas (e.g., Multigas, DOAS), geodésicas (e.g., GPS e inclinómetros) y de infrasonido. A su vez, todos los observatorios han adoptado el uso de cámaras fijas como una herramienta complementaria para la vigilancia visual. Para llevar adelante estas tareas, los observatorios volcanológicos emplean a más de 450 personas.

 

Número de volcanes monitoreados en América Latina, junto con los mapas de peligro disponibles. Para cada país, el número de volcanes activos, monitoreados y “con mapa de peligros” se muestra, de abajo a arriba.

 

Sin lugar a dudas, Latinoamérica ha dado un paso adelante en la evaluación y monitoreo de la actividad volcánica. Durante las últimas dos décadas, las capacidades de los observatorios volcanológicos han mejorado, tanto cuantitativa como cualitativamente. Junto con las mejoras en sus capacidades instrumentales, técnicas y operativas, se produjeron avances también en la evaluación y  comunicación de peligros a largo plazo. A pesar de esto, aún queda un largo camino por recorrer. Más del 50% de los volcanes activos de la región todavía no son monitoreados y un número mayor carece de mapas de peligros. Persisten desafíos y factores limitantes, como la falta de recursos económicos y oportunidades de capacitación. Los esfuerzos futuros deben centrarse en aumentar el número y la calidad de las redes de monitoreo, así también como en el fortalecimiento de los lazos de cooperación.

 

Para más información:

Forte, P., Rodríguez, L., Jácome Paz, M. P., Caballero García, L., Alpízar Segura, Y., Bustos, E., Perales Moya, C., Espinoza, E., Vallejo, S. and Agusto, M. (2021) “Volcano monitoring in Latin America: taking a step forward : Preface to Special Issue on Volcano Observatories in Latin America”, Volcanic a, 4(S1), p. vii – xxxiii

https://doi.org/10.30909/vol.04.S1.viixxxiii