Volcanes activos en Antártida: una expedición a las fumarolas perdidas – parte 2/2

Los expedicionarios comenzaban a resignarse. Habría sido muy emocionante encontrar un campo fumarólico por primera vez, en un volcán antártico, y además tomar muestras, medir su composición química en el campo y descubrir todos los secretos que traía guardados. Pero el frío del ambiente apagaba las ilusiones poco a poco.

Hasta que de repente la visibilidad empezó a aumentar, el aire se limpió, aparecieron unos vapores que brotaban desde un suelo cubierto por un musgo que crecía por la humedad local y el calor. La ilusión reapareció. Y al caminar unos pasos más, los expedicionarios finalmente lo comprendieron: estaban parados sobre el mismísimo campo fumarólico ¡eureka! Suelos calientes bajo los pies, fumarolas con vapor y gases. El campo fumarólico estaba ahí, era una realidad, lo habían encontrado. Gritos de euforia, abrazos, avisos por radio sobre la operación exitosa y registro fotográfico. Esas fueron las actividades de la fecha luego de encontrar al campo fumarólico de Monte Pond. El trabajo científico sería llevado a cabo en profundidad en una segunda jornada.

La segunda jornada, como todo en la campaña, también fue seleccionada según el pronóstico del tiempo. Sin embargo, los caprichos atmosféricos a veces no siguen los modelos que calculamos y una jornada presuntamente sin viento, resultó ser potentemente ventosa y helada. Cada objeto sobre la superficie de Monte Pond, incluso las rocas, se cubría de un hielo que crecía siguiendo la dirección del viento. Los volcanólogos no fueron la excepción, sus camperas, sus gorros, sus pestañas, toda superficie con humedad se cristalizaba. Pero las condiciones adversas no podían detener esta misión. Se trabajó a pesar del hielo. Hacia la mitad de la jornada laboral se tomaron un descanso de las crudas condiciones en una cueva de hielo, que protegió al grupo muy efectivamente del embate del viento y permitió que hicieran un almuerzo al reparo para recuperar energía y prepararse para la segunda parte de la jornada. Se terminó el trabajo con éxito: todas las tareas planificadas fueron llevadas a cabo.

Cuando el trabajo se finalizó, los expedicionarios descendieron del Monte Pond, llegaron a la playa de Caleta Péndulo y volvieron a la Base Decepción contentos de haber concretado uno de los principales objetivos de la campaña y, sin duda, el más aventurero.

 

Fin.

¡Jornada de trabajo en el helado Monte Pond!