Los autores hacen una breve descripción del impacto de distintas erupciones volcánicas que afectaron en los últimos 100 años al territorio nacional así como la reacción de la población.

Este trabajo destaca que la cadena volcánica andina posee los volcanes más altos del mundo y sus erupciones han tenido efectos globales tal como la del Huaynaputina en 1600.

Con respecto al riesgo geológico, los autores señalan que por la circulación de los vientos desde Chile hacia Argentina (hacia el este), las cenizas que generan los volcanes andinos “vuelan” hacia el oriente, y afectan más a Argentina que con respecto a Chile, aunque por otro lado otorgan también el beneficio a largo plazo de la fertilidad de los suelos.

La volcanología moderna en Argentina se inicia con los estudios científicos realizados a partir de la gran erupción del volcán Quizapu en 1932, con los trabajos pioneros de E. Kittl. A partir de ellos, los estudios se centraron en los aspectos petrológicos, geoquímicos y geo-cronológicos. En los años 70 se inician en forma sistemática los estudios del volcanismo antártico en la Isla Decepción.

Hacia 1980 comienzan los trabajos sobre grandes estructuras volcánicas utilizando imágenes satelitales, caso Caldera del Galán. A partir de la década de 1990 y con la erupción del Hudson y el Lascar, vuelve a tomar interés la cuestión del riesgo volcánico, conformándose numerosos equipos científicos a lo largo del país, describiéndose su conformación y accionar. Ello culmina con la sanción de la ley 27.287 in 2016, por la que se crea el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo y la Protección Civil (SINAGIR). Por último se destaca el rol tanto en instituciones nacionales como internacionales de distintos volcanólogos argentinos.